Naomi Greene y su autorretrato. Foto: Miguel Asa
Caldero: una reflexión del arte femenina
Una reunión de mujeres artistas y su integración colectiva

De día labran y de noche andan sueltas,
con los sueños revueltos entre dedos.
Naomi Greene

Y la vida insiste en sabernos vivos. Insistir como perseverar. Caldero. Así se llama: Caldero. Y es un ejercicio que nació desde una colectiva espontánea de mujeres artistas. El arte como medio, sus trabajos como manifestación y la región sur como código de acción. Y es a finales de marzo, ya con la primavera, los discursos de once mujeres se cruzaron en el Palacio de los Olotes, ahí, en el Restaurante La Casona, en Ciudad Guzmán, Zapotlán el Grande, Jalisco, donde más de un centenar de personas se dieron cita para contemplar el potencial de la creativa femenina. Ahí, amigos, conocidos, desconocidos, familiares y demás, persiguieron los trazos, las formas, las capturas, los versos, la compañía, y es que el trabajo de Elsa Bravo, Cristina Meza, Sara Stonk, Dalia Ortega, Larissa Moreno, Virginia Sánchez, Silvia Madero, Paula M. Goretti, Naomi Greene, Esther Armenta, a la par de las mezclas de Ginger Juzz, fue toda una explosión de emociones.

El amor de Larissa Moreno. Foto: Miguel Asa

Ese día será el resguardo de un jardín, será la potencia de un jardín de la memoria. Será un jardín lleno de muchas flores y es que Caldero fue una enunciación de contenido y de amor. Se trató de una exposición en la que una mujer es once mujeres y viceversa. Se trató de la línea azul acuarela, de los blancos de la piel sobre el alto contraste, se trató del punto a punto para formar la palabra “amor” en un casco ciclista, se trató de guardar silencio, se trató de colores carmesí en juego con azules y turquesas, se trató de abstracción precisa de la mano, se trato de sus retratos y su autorretrato y la vi feliz, las vi felices. El diálogo, la sorpresa y la compañía permitieron que todo se conjuntara de la mano del sueño.

Los danzantes y Ginger Juzz. Foto: Miguel Asa

Caldero se convirtió en ejemplo de un esfuerzo digno de apreciar, en que las opiniones, las ideas y demás, se conjuntaron, o así lo quiero creer. Disfrutamos de la acción de las sonrisas, de los ojos de los demás, de los abrazos, de las palabras, de la posibilidad de existir, de la veracidad, del silencio de las calles, de la noche hecha emoción, de la posibilidad de la merienda, del anunció del gato, de la amistad, simplemente del trabajo de todas, como una memoria de muchas historias. Qué felicidad saberme ahí, vivo, y a todo color, para haber visto esa acción. El sur tiene mucho que decir. Las mujeres de todo el sur, y de todas partes, tienen mucho que decir. Entre discursos diversos y una apuesta por contribuir en detalle, este Caldero parece una versión piloto de lo que podría, quizás, y en voz de sus integrantes, seguir por varias partes de Jalisco.

Los azules de Elsa Bravo. Foto: Miguel Asa

Uno puede percibir las formas de los sentidos en esta obra. La curaduría y la realidad tienen una afronta de opiniones que debemos reflexionar, dialogar y disfrutar. Pues sí el arte funciona como entrada de diálogo, la creatividad nos permite conocernos como entidades de pensamiento y conocimiento. Que si bien, tratamos un esfuerzo por compartir, la plenitud de la colectiva es muestra de fortaleza, diversidad y compromiso. Así lo mismo quien no se sujeta. Así la razón, el esfuerzo y el espacio. Así la aventura de encontrarse entre el color y la música.

Texto de sala de Virginia Sánchez. Foto: Miguel Asa

En Caldero se sujeto el amor, el trabajo y la disposición. Se trató pues de la posibilidad de concretar una serie enorme de amor. Se trató de contribuir a la población como un esparcimiento de lo que es la vida. Se trató de observar con plenitud y en soledad. Es necesario pasear por Ciudad Guzmán en estos días y quedarnos con algo de este trabajo que resultó exquisito, pese a ciertas cuestiones técnicas que en uno u otro momento surgieron, el detalle que cada una de las artistas entregó fue con la emoción de plasmar una contienda de pensamientos, sentimientos y sensaciones. Es bonito pues. Cada voz, cada pieza, cada trabajo, como el deseo que el arte nos promueve en el espíritu. Estamos aquí para contemplarnos. Para maravillarnos de los conceptos, de las capacidades, de las texturas de cada una de las piezas que se integró a esta receta.

Los cuerpos se Sara Stonk. Foto: Miguel Asa

Qué afortunado me siento de ver algo así. Qué fortuna la de estar en un tiempo y un espacio cercano a la vida. Qué fortuna la de imaginar desde una reunión tan genuina. Es el espasmo de la noche lo que descalzó el ritmo de la mirada para caminar a solas por Ciudad Guzmán. Me creí silencio y a la vez una mano y una pared. Y amé los colores de esa pintura. Me leí los versos para sentir el día y la fragancia. Abracé a los colores de todo lo ofrecido. Que el margen del arte se llene siempre de constancia.

La abstracción con Dalia Ortega. Foto: Miguel Asa

Caldero también fue una noche de danza, fue una expresión de visión, fue la vinculación de los esfuerzos y la integración de ideas literarias y plásticas en el imaginario de un pueblo en evoluciones creativas. Ahora son ellas. Definitivamente son ellas y nada más. Aplauso para Sara Stonk y el esfuerzo voraz de hacer algo como este Caldero. Abrazo con mucha fuerza el sabor y la capacidad de cada obra entregada por cada artista. Que siga la línea de la creación para todas las personas. Hubo una vez un Caldero en el que las mujeres mezclaron letras y artes, de ello, una mezcla genuina de Jalisco apareció. Así vamos a la integración de la melodía, como un canto del viento sur hacia unas nuevas facetas por descubrir lo mágico.

El espectador con Paula M. Goretti. Foto Miguel Asa

Gracias a todas por esta muestra que me permitió descubrir muchas instantes más de las letras y del arte. Que la ofrenda a la primavera venga siempre desde la mano de la mujer como el renacimiento de las flores, como esa semilla que uno necesita en el avance del trayecto. Uno es y continua. Gracias Caldero, por la receta. Así la emoción. Gracias Naomi, por la invitación. Hoy soy el sabor de todas las esencias en el alba de la flor.*

 

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