Ángel Ortuño: poeta reptil con dientes de Motörhead

Ángel Ortuño y compañía Foto: Miguel Asa
Ángel Ortuño: poeta reptil con dientes de Motörhead
Un humano que se vistió de rock, poesía, tatuajes y humor negro

Drink and dance and laugh and lie,
Love, the reeling midnight through,
for tomorrow we shall die!,
(but, alas, we never do.)
Dorothy Parker

En memoria de Ángel Ortuño (1969-2021), poeta y amigo.

1 Café con poesía y una biblioteca

Quisiera ubicar en el tiempo el momento preciso en que grité algunos versos de Boa durante su primera presentación. Ángel rio con una mirada sencilla. Quisiera ubicar, de igual manera, sagaz, quizás un tanto delirante, el momento aquel en que procedí a solicitarle apoyo para aquella tesis inexistente en la que me abracé a la poesía concreta. Quisiera recordar, con detenimiento, las tantas tardes que le llevé café a la Biblioteca Iberoamericana “Octavio Paz” para charlar de momentos de poesía y sus formas inexplicables de experimentación. Pero ya se ha ido todo.

Después de dos años de su ausencia, he escrito esto como un balance a su memoria y por el agradecimiento que le debo. Conocí a Ángel Ortuño por medio de Miguel Ángel Avilés, una amistad en común en nuestros tiempos de universitarios. Desde entonces hicimos una rara y genuina mezcla de vinculación. La poesía concreta y el grupo Noigandres fue lo que me llevo a la Biblioteca y con ello, a la voz y al conocimiento de su persona, de su obra y de su perspicacia.

Ángel Ortuño sopesó la apertura de nuestra amistad para fortalecer aquella inundación de poesía visual-experimental (como la llamaba el poeta César Espinosa) que generé en las aulas de la Facultad de Letras de la Universidad de Guadalajara, que, en aquellos años, 2008-2009, dicho género no tenía cabida dentro del programa estudiantil y era meramente una alternancia diáfana en la regla de la academia. Desde entonces, muchos nombres, movimientos, referencias y libros se volvieron parte de nuestras tardes de diálogo. Fue un compañero de estudios muy peculiar sin habérselo solicitado. Esa poesía híbrida alcanzó varios momentos mágicos durante los años siguientes, 2010-2014, y Ángel me acompañó en alguna de las jornadas que de manera independiente organicé. En ese momento, recuerdo, logramos corresponder a poetas experimentales como J. M. Calleja y Clemente Padín, de España y Uruguay respectivamente, quienes visitaron Guadalajara para presentar sus trabajos, y por igual, hacer entrega de aquella obra que nos concedió Carlos Pineda y Ediciones del Lirio, La palabra transfigurada, Antología de poesía visual mexicana, con el fin de que el propio Ángel fuera quien la recibiera a nombre de su recinto laboral. Ese momento fue cúspide, excelso.

La amistad no sólo quedó en la experimentación poética. Fue una revisión de voces, de incertidumbres y de solidaridades, sobre todo, de confidencias literarias. Fueron tertulias, encuentros, charlas, siempre tuvo disposición para compartir su conocimiento. En ocasiones un café, una comida, una cena, una caminata, pero siempre, bajo el rumbo de compartir, algo que siempre le reconocí y le agradecí. Siempre existió oportunidad de intercambiar información y de brindar una opinión sincera sobre mis creaciones, producciones y demás. En algún momento toda su experiencia fortaleció una gran parte de los movimientos de Proyecto Ululayu, así una recomendación literaria, una revisión orto tipográfica, una argumentación para delimitar proyectos, una ironía para debatir sobre la literatura, una perspectiva sobre alguna edición, una propuesta de términos literarios, una corrección sobre mi poesía, en sí, fue de las personas más importantes que les dieron alas a mis primeras ideas como creador y como emprendedor cultural, no más.

Su confianza y viabilidad genuina fueron siempre una manera cortés de apoyo, de la campaña que generó a Proyecto Ululayu alguna vez me indicó: “Creo que lo primero que atrae la atención es esa especie de cortesía demodé: ahora que toda la ‘publicidad’ es demandante y agresiva, que incluso la promoción ideológica abusa de posiciones de autoridad (haga esto para estar en lo correcto), ‘Por favor, lea poesía.’ destaca por ser como una vocecita al oído. De ahí que me parezca un acierto lo de las fotografías aéreas: porque juega con las escalas descomunales”.

Y no sólo fue eso, durante 2014 persistió en mi trabajo poético como nadie más lo ha hecho pues reviso durante algunos meses la que fue mi opera prima fotolvidarte:sueño, obra que desmenuzó de diferentes maneras: “Yo diría que es una escritura que me hace repensar la vigencia de ciertos registros que campearon en las décadas de los sesenta y setenta en la poesía latinoamericana y que se reinventan desde un ángulo que les da esa frescura que su devenir retórica les había quitado hace ya tiempo”. Con ello no sólo contribuyó a mi trabajo poético colectado en esa obra, sino que además sus letras fueron prólogo de esta.

Y así fue el caminar. Para 2015, previo a un viaje que hice en bicicleta por el Pacífico mexicano, gestioné la consolidación de Vía Literaria con el Sistema de Tren Eléctrico Urbano (SITEUR), aquello fue una campaña de poemas breves dentro de los vagones del tren ligero de Guadalajara, y sin ningún ánimo de pretensión Ángel participó en la primera edición y en el camino de la estructuración final de esa campaña. Fue el poeta que me ayudó a balancear los contenidos, desde la revisión de las propuestas hasta la jerarquización de las estructuras de cada diseño. Vía Literaria se debió a él en gran parte como el último editor adjunto, que yo sin saberlo, delimitó mi forma de concebir a la poesía hacia diversos públicos al ser expuesta de esa manera en la ciudad. Recuerdo su sorpresa cuando le compartí una fotografía de su trabajo en el viaje citadino dentro de esas máquinas.

Sin embargo, en 2016, desmesuradamente la amistad tendría algo de distancia debido a ese viaje que realicé como una etapa de meditación personal. Al regreso, a finales de ese año, una breve presentación de uno de sus libros, Cola, nos reuniría nuevamente. Con ello surgió uno de los mejores encuentros radiofónicos que he tenido, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara de ese año, generamos una transmisión especial de rock y literatura para un Velador Groovy, producción de Radio Universidad de Guadalajara que permitía tomar el control de la radio en las madrugadas de domingo. Aquella noche de noviembre de 2016 fuimos dos parlantes en los que, durante cinco horas, de las 00:00 a las 05:00 horas, hablamos de los elementos diversos que se relacionan entre ese género musical y las letras. Exploramos historias, canciones, sonidos y el cansancio de una conversación entre amigos desde una larga lista de canciones como “Cosma Shiva” de Nina Hagen, “The Litanies of Satan” de Diamanda Galás, “Rock N Roll Nigger” de Patti Smith, “O Superman” de Laurie Anderson, “It’s My Life” de Wendy O. Williams, “One Way Or Another” de Blondie, “What Is Rock?!” de Turbonegro, “We’re All Mad Here” de Tom Waits, por mencionar algunas.

Esa noche fue una clase particular que exhibimos al público. La radio, la música, la literatura y más cuestiones de conversación saciaron la cita nocturna en la que nos abrimos a la comunidad radioescucha, y que, con mucho ahínco, logró escuchar con detenimiento.

Pero no todo quedó ahí, siempre hablamos de la poesía como una entrega abierta y oportuna para la sociedad, de ahí que hoy mis discursos sobre las poéticas que me rodean pretendan el estudio, la experiencia y la influencia en nuestros contextos. Respecto a la contemplación de las poéticas ajenas y de los atrevimientos de lo comunal alguna vez me comentó: “Yo siento curiosidad por el trabajo de todos, alguno me gusta más que otro, pero no pretendo hacer un canon de ello… mucho menos entrar en tristes rebatingas de capital simbólico o –esto sí, el colmo- persecución de cargos públicos en el área de cultura”, de ahí que la disidencia poética que siempre portó fuera un ideal que compartíamos como base de nuestro actuar socio literario.  

Ángel Ortuño y su humor ácido hicieron frecuente la potencia de la ironía, de las últimas memorias le recuerdo con un sentido amplio de sarcasmo, de risa y de frivolidad, y como siempre me decía, “soy muy desordenado”, sin embargo, nunca faltó su modesto orden para atender. Ángel y yo dejamos pendiente el viajar en motocicleta, nos faltaron más poemas visuales, una celebración de cumpleaños, algunos retratos, una entrevista y no sé qué tantas cosas más.

A dos años de su partida decidí comenzar mi Almanaque poético de Jalisco como un homenaje a su alternancia dinámica, intuitiva y precisa con Proyecto Ululayu. No me queda más que agradecer su presencia en mi crecimiento retórico y en mi desenvolvimiento literario. Aquí esto como una evidencia de lo que alcanzamos y con ello, la despedida de algunas de las personas cercanas que le apreciamos.

Invitación Velador Groovy con Ángel Ortuño para Radio UdeG. Diseño: Miguel Asa

2 Poemas en bolsita con popote

Hay un torpedo que intenta volatizar a Godzilla y me pregunto en los destellos de los labios de los metaleros que suavemente se incrustaron pétalos de colores en la ruda piel de cocodrilos que portan al azar. La poesía de Ángel Ortuño medita en un declive inusual de la libertad, generó el columpio de las nubes y de los supermercados. Infringió con gusto y serenidad el rubor de las doncellas y de los canallas en un tapiz con un estilo kitsch y desmenguado a la ultranza del despotismo colonial de sociedad. Ángel se carcajeó de todo minucioso entretenimiento que declaro al alba, las maquinitas y la sangre de plástico que sobrevivió a los muñecos de sueños dorados.

La poesía de Ángel fue un videojuego que nos llevó a diversos niveles, a veces el castillo, en otras el espacio galáctico, otras tantas el comedor del puesto callejero, en muchas tantas la noche de la brillantina y de las luces neón. Siempre el juego cambió, siempre de nivel, de estructura, la serpiente, el número, el riff, el estruendo, la gracia, el temor, la gallardía, la discordia y muchas ocasiones la duda, la incertidumbre, la posibilidad de generar lo ridículo como una bandera de la potencia creativa. Eso hizo Ángel, pormenorizar los detalles estruendosos y desenfadados de la poesía en batidos de fresa con chispas de colores. Dentro de su aspecto rudo y temerario existía la inocencia de un niño, le gustaba jugar a ser niño, el pícaro, el irónico, pues consideraba a las infancias como una realidad potente de la poesía. Las letras de Ángel llenaron el vacío de las corcholatas, de los soldaditos de juguete, de las lágrimas de los osos de peluche y del ferviente amor de las paredes y los cables.

Su poesía es electricidad, una corriente disfuncional que nos permitió saborear los pequeños electroshocks para degustar en cada verso la sombra de una cajita de colores, en cartón, ruborizados con la pena de un teléfono celular sobre el río de palabras. A veces un monstruo, un ser sin forma, un encuentro de los no comunes, un silencio con intemperie y hojas plateadas llenas de retórica efusiva con bandas sonoras de furor de potasio, un labial descompuesto, un par de anteojos sin lentillas, el sacapuntas sin filo, pero siempre, o casi siempre, la envoltura del regalo compuesta por los diversos diarios de la urbe, el regalo perfecto.

Leer a Ángel es entrar en un campo de batalla lleno de chicles de bolita, una mascado de fibras contracorrientes cuando las alas exploran la lentitud de las raíces mecánicas. Ángel fue una sonrisa discreta, su poesía, la carcajada de plastilina que se moldea ante cualquier situación. Fue democrático, farmacéutico de químicas complejas y un tanto, sin chamarra de piel, rueda de la fortuna. Nos permitió conocer el juego de la poesía en nuestra época. Nos enlazó con la bolsa del mandado y los letreros fortuitos de la calle, se rio de sí mismo y de las nubes con formas de animales, hizo burbujas en el camino y se plantó una cuesta arriba llena de melancolías de conchas de mar y de tiburones neón.

Ángel paseó por las calles de los chapulines, se convirtió en insecto, un anagrama del día a día en la virtualidad raquítica de nuestras pantallas, fue muy divertido leerle tan esporádico y tan llavero. Ángel invadió el cable de ethernet con figuras que le permitieron reconocerse entre la diversidad de la poesía, así con monstruos, flores, dinosaurios, esqueletos, carcasas, empaques, serruchos, aerosoles y demás. Sus letras nos llevaron por un estilo único, una juguería de cementos, piedras y razones efímeras de la alegría. Fue la casa de los espejos, el tiempo de los seres raros, de la curiosidad del bit, de la presencia de los tigres en los puestos de tacos. Ángel no escribió, jugo a ser poeta y le bastaba combinar la gabardina con los pastelitos de frambuesa que preparó la reina del territorio virtual aquel.

Da lo mismo comer una fotografía como erradicar de nuestras mentes el temor de lo efímero. Entre la soberbia eclética que lo identificó como una alcancía de monerías peculiares, su constructo poético nos permitió ecualizar nuestras bocinas, sacar nuestras voces en elementos de pastas de sabores y aromas de bolsillo de pantalón de una semana sin lavar. Su obra queda en el recuerdo como una voz enigmática que los electrones cuestionan a la par de los rugidos de las sirenas que se mueven en el mundo cibernético. Somos ecos de un piano para música disco usado en el rincón de la cantina, la cortesía de la descortesía y todos los días, una cajita musical con notas de metal y algo de persuasión de gatitos bañados de chocolate, la gracia de las garras está en el pastel de tres leches lleno de tequila.

La poesía de Ángel es el juego de ajedrez con fuentes de cristal, inmediata, sencilla, compleja, de rubores rositas y de imágenes que la tarjeta madre nos tejió en el cuadernillo del corazón. Ángel integró su poesía en las letras chiquitas del empaque, nadie sabía que fuera a enraizarse en los escrutinios de nuestros mecanismos con el desarmador de polvo. Ca/ na/ lla/ se ha ido.

Ángel Ortuño en Vía Literaria en 2015. Foto: Miguel Asa

3 Una despedida con varias despedidas

Ángel, a los días de tu partida convoqué a tus voces para decirnos adiós y aquí están los ecos de hace dos años:

Recuerdo cuando me diste un libro, u otro, no sé, una película. Recuerdo las risas de corrección, los maestros incoherentes y sus status quo de mierda. Nunca la ironía me supo tan negra, ni los versos se me llenaron de palabras secas, metálicas y metaleras. La muerte no toca a quien vive en las palabras de sus alumnos, a quien escribe con punk la nueva marcha de la poesía.

Vanessa Botello

 

Ángel fue un poeta, en primer término, poderoso. Como ninguno. Único, porque creó un lenguaje donde convergían el sentido del humor, el aprendizaje vanguardista e incluso el truco, el artificio y el engaño. Algunos de sus amigos, Víctor Ortiz, Álvaro Luquín y yo, lo esperábamos para desayunar. La noticia fue un golpe tremendo, todavía no la asimilamos. Maestro de muchos de nosotros, un amigo entrañable. Creo que no podríamos calcular la proporción de su legado, eso solo lo podrían decir todos aquellos que al encontrarse con su obra transformaron su visión de lo poético y, quizá, de la vida. Como aquél siempre contemporáneo, Rubén Darío, Ángel Ortuño era un poeta muy antiguo y moderno. Más que eso: de tan presente, futuro. Lo seguimos esperando.

Carlos Vicente Castro

 

De Ángel a ángel

Como el transeúnte que veía poesía
en las calles,
en los buses,
en la burocracia del hospital.
Como el poeta que hacía memes
de los clásicos,
de la poesía,
de sí mismo.
Así le recordará esta que escribe.
Qué es la muerte para quien
se burlaba de la vida misma:
pretexto para Ser poesía.

Lucy Cruz Granados

 

Yo admiraba a Ángel Ortuño: compraba sus libros, atendía sus presentaciones en las que, para mi sorpresa durante sus lecturas, leía a poetas mujeres y compartía poemas maravillosos de ellas, en lugar de hablar o leer algo de él. A pesar de eso, su porte rudo-dark y su tatuaje de Motörhead, me mantuvieron a cierta distancia durante un tiempo. Vencí esa timidez para pedirle que estuviera en mi primer programa de Poesía on the rocks el 12 de febrero de 2016, fue Ángel Ortuño, ese ángel-dark y luminoso quién me acompañó en aquel tembloroso primerísimo paso sin conocerme. No es sorprendente que ese día habláramos de Lemmy Kilmister, también estuvo Álvaro Luquín y los tres fuimos de Kilmister a Bowie, quien en 1971 fascinaba a su público vestido de mujer (romper géneros fue cosa de viejos rockeros y rockeras como Patti Smith). También me acompañó como tallerista en el Calle de Cervantes, en las lecturas que organicé de poesía para no poetas y hasta compartimos mezcales más de una vez en La Occidental. Hoy, su último post en Facebook, fue para compartir la portada del libro Vine porque me pagaban de la poeta rumana Golgona Anghel, creo que no podía despedirse de otra manera.

Y vendrá el camarada a salvarnos porque para los ojos
de su amor infinito,
todos somos
los únicos.

Iliana Hernández Arce

 

Ironía es
que se llamara Ángel ese ángel
del dios
de la ironía…

Isaac Ortiz

 

La muerte de Ángel nos deja un vacío, a muchas y muchos de mi generación pues, además de las gran amistad y generosidad, su poesía nos enseñó la manera de una escritura delirante sobre moldes clásicos. Era Roxy Music sobre Manrique. Un decir no a lo políticamente correcto. Descotidianizar lo cotidiano.

Álvaro Luquín

 

Gracias por los momentos de risa en las clases, por las anécdotas, por la invaluable enseñanza. Por “Pierre Menard, autor del Quijote”, tardé en darme cuenta de que era de Borges. Espero que en donde quiera que esté, siempre disfrute de una buena taza de café, profe.

Ámbar Orozco

 

De Ángel aprendí a comprender la poesía de otro modo. Entendí que hay algo más allá en el poema. Lo recuerdo mucho hablando de poesía varios cafés y bares de la ciudad y hablando de libros en la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz o en Ediciones de la Noche.

Pero, sobre todo, la noche de hace siete años cuando habló súper emocionado de Viaje de gorilas, del poeta ecuatoriano Jorge Carrión, libro que publicamos en Ediciones Morbo y que presentamos en el Ex Convento del Carmen.

Leer Aleta dorsal o Las bodas químicas fue revelador cuando los leí, siendo estudiante de literatura en la Universidad. Porque a pesar de que Ángel no me dio clases en las aulas, sí lo hacía en sus libros o en las charlas que tuvimos en cualquier lado. Y lo que creo que no olvidaré jamás es justamente ver a Ángel en la puerta de la Biblioteca, cuando iba a leer para salir de la ciudad. Gracias, Ángel.

Miguel Ángel Avilés

 

Estafa 2014
De Ángel Ortuño escuché una vez decirme:
– ¿Quién te estafó era de la tercera edad? No puedo enojarme con él, creo que es admirable que se dedique a esto.

Nalleli Sánchez

 

Ángel Ortuño fue nuestro maestro

literalmente
en tercer semestre de Escritura Creativa

nos enseñó que la literatura es un ajedrez
donde un scriptor es un peón
un compilator una torre
commentator un alfil
el auctor es la reina
y el rey el canon

Ángel Ortuño pasaba su mano por el tablero
tiraba todas las piezas

y se ponía a jugar con los caballos a las muñecas

Manuel Jpg

 

Me piden que escriba unas palabras sobre Ángel Ortuño. Es difícil hacerlo y saber que no estará más. Tuve la suerte de ser su amigo y también su editor. Preparábamos en estos días su ingreso a Nox como profesor en la materia de poesía. Hablamos hacía muy poco para preparar el programa y bromeamos sobre nuestros achaques y la temible esofagitis. Estor consternado, sorprendido, encabronado por su muerte. Ninguna muerte es justa, menos la de alguien tan talentoso. Un poeta especial y diferente en la literatura mexicana. Nos conocimos hace muchos años -¿treinta, quizá?-. Escribo esto y me doy cuenta de que sigo hablando de él en presente. Nos conocimos hace demasiados años mientras él iba a la facultad y yo acompañaba a quien era mi pareja de entonces. Luego coincidimos en muchos lados, en revistas, en editoriales, en fiestas. Hoy por la mañana, al recibir la noticia de boca de otro querido amigo, me vino toda la tristeza del mundo porque hemos perdido a un hombre generoso, divertido y con un talento enorme.

León Plascencia Ñol

 

De una alumna para el profe Ortuño
1. Gracias al profesor de planta por hacerlo su suplente.
2. Mane, Tecel, Fares.
3. Prometo probar el café como usted dijo.

Dani Gz Vega

 

—Hermafrodita, dijeron.
—Como en la canción de Steel Panther. Dije al frente, el profesor sustituto reía, sólo él.

Por hablarnos lo mismo de Gloryhole de Steel Panther que de Mane, Tecel, Fares: los días de la poesía están contados.

Cindy Hatch

 

Ángel Ortuño fue un poeta que negó siempre serlo, más allá de su humildad, bonhomía y accesibilidad, fue un gran amigo y contertulio de los más diversos banquetes literarios en los que participó, siempre haciendo gala de una sabiduría deslumbrante que matizaba con su no menos llamativo humor punzante, inteligente y desenfadado. Sabía como pocos de poesía, cine, cómic y rock. Amante de Mötorhead, más allá de lo musical, fue sin lugar a dudas un poeta contracultural. Quienes fuimos testigos de todo ello, hoy lloramos la estela que deja tras de sí este poeta mayor, que viajaba en urbano de Tlajomulco a Guadalajara todos los días con una sonrisa eterna y juvenil como sus camisetas negras y sus botas industriales. Dónde estés ahora Ángel, sabemos que estarás con Lemmy tomándote una Victoria.

Roberto Herrera

 

Recuerdo en específico un día, no recuerdo la fecha, pero los pequeños clips de 30 segundos que grababa en su clase que concuerdan con mis recuerdos lo marcan como el 13 de febrero de 2020, durante la vida prepandemia.

Él llevaba construyendo el punto de esa clase durante un mes, ese día llegó e hizo lo que nunca: ponernos a trabajar. Sus clases solían ser una especie de conferencia de temas académicamente complejos abordados desde la sencilles en la que se habla en una tarde de chelitas con compas, pero en esa ocasión nos sacó de la rutina durante los primeros 20 minutos.

La actividad fue sencilla, a la fecha me sigue pareciendo un disparador creativo muy interesante, consistía en buscar una noticia aleatoria y el primer párrafo acomodarlo “como poema” y de pronto cosas que sonaban ridículas, como la boda de una lagartija, una actualización de emojis, una desviación de fondos muy mal hecha, de pronto se volvieron una lectura satisfactoria.
Lo recuerdo con tanta claridad porque me cambió. Ángel me cambió la perspectiva que tenía de la poesía, de la literatura como objeto de estudio y de la vida. Gracias a él aprendí a cambiar mi perspectiva de muchas cosas y aún hoy me parece increíble que ya no esté aquí, ayudando a cambiar perspectivas, a reforzar el gusto literario de las personas, que ya no esté aquí para enriquecer cualquier momento, porque su mera presencia ya volvía ese momento una experiencia completa.

Es evidente que se quedaron miles de corazones rotos tras su partida, pero él seguirá entre quienes lo recordemos y lo sigamos leyendo.

Criss García

 

Ángel, ayer me recomendaste que viera Las pestes de Breslavia. Ya la estoy viendo, el día que nos volvamos a ver, te digo qué me pareció.

Ánuar Zúñiga

 

Esta noche, la suma de todas mis pérdidas yacen en el cuaderno
entre nosotros, kilómetros y kilómetros de muerte y vida al final del puente;
dos tomas de agua y un sorbo de café a media mañana después del primer riff.
Una navaja hiere el muro otra vez, líneas entre líneas sobre la piel
Se mudan las palabras entre los rincones, donde la ausencia toma su trono
y los silencios hacen alarde de su triunfo otra vez después de la última desdicha:
la muerte de un poeta no tiene nombre ni perdón.
No más visitas con el oculista.
No más visiones nocturnas.
No más pasos vagabundos.
No más afectos
ni risas
ni nos
no.

Renata Armas

 

Recuerdo muy bien lo primero que nos dijo: todo lo que no es verso, es prosa y todo lo que no es prosa, es verso. Era una frase de alguien que intentaba sonar elocuente, pero Ángel la transformó en una lección. Escucharlo era como oír un poema que surgía de la improvisación, como un baile entre las palabras y los significados. Ángel Ortuño hablaba en prosa poética. Convertía lo cotidiano en lo sublime, un chiste y un regaño a un poema, la constitución en un poemario. Como un alquimista de las letras.

Jesús Ramírez

 

Hemos visto en las redes sociales en estos días una profusión (absolutamente merecida, por supuesto) de publicaciones, notas, crónicas, sobre él y su obra poética. Han transcrito poemas completos en páginas y revistas, tanto de México como de Estados Unidos. Han mencionado la originalidad y desenfado de sus textos; la gran calidad humana que siempre mostró con su familia, amigos, conocidos, colegas. Yo quiero mencionar, porque creo que en esta área llegué a conocerlo un poco más, la disposición que mostró para entregar a sus alumnos esa visión amplia, libérrima, siempre nueva, de la literatura y en especial de la poesía.

Luis Martin Ulloa

 

El irreverente Ángel, el de la dulzura ácida, ese que roba a mano armada la carcajada y el asombro, se fue, y no hay ninguna otra mezcla dura tan llegadora que lo sustituya, ni hoy ni nunca.

Rossana Camarena

Hablar de rock y poesía en la noche, interrumpir alguna que otra lectura, colocar versos en el tren ligero, escaparme las tardes para dialogar un poco en tu oficina, creer que la poesía concreta fue un augurio para viajar, escribir tan sólo con el fin de celebrar la ironía, esperar la consagrada motocicleta, pensar en las canciones de metal, establecer un énfasis de la marcha de una libélula, descubrir a Mazinger Z en el fondo del volcán y de vez en cuando pensar en la acidez de vivir. Escribir esto, es sólo una muestra de agradecimiento por la capacidad de expandir los motores de una mariposa eléctrica. Convoque para despedirnos y aquí estamos las voces. No supe cuándo lo debía romper y ahora ya no hay fuego. Como me escribiste alguna vez: “De ahí la nostalgia: el dolor de lo que se sabe lejos al recordar, sentir, qué está muy cerca”. Desde amigos, conocidos, alumnos y más, gracias. Desde mí, misión cumplida.

El ataque de la llanta asesina

Una película francesa sobre un neumático
que tiene vida y mata
personas
con sus poderes telepáticos. Diría
psicoquinéticos

si me importaran las palabras.

¿Por qué
le estalla la cabeza a ese señor? ¿Y lo del pobre
conejito?
Pero la música
es muy relajante. ¿Quién
ganará entre una rueda asesina y un escorpión?

No apuesten.

Termina
pronto.

También destroza botellas que no pudo romper antes
por su falta de peso.

Para todo le basta usar el diez
por ciento
de su cerebro.

Poemas swinger y otros malentendidos
(Bongo Books, 2014)

Nadie sabe

Te mira desde el cielo
todo el tiempo (si copulas,
defecas o estornudas, no:
se voltea de espaldas

aunque todo es posible cuando tienes
la nuca transparente).

Será los cien fantasmas que resultan
de inflar un globo y luego reventarlo.
(Llorar trae mala suerte
si no te han golpeado.)

La orquídea
sulfurosa dirá lo que tú quieras.

Una reconfortante golosina como los tiburones del acuario.

Sólo te faltan dientes para la perfección.

Boa (Mantis Editores, 2009)

Déjalas caminar porque son fuego

Hay pianos donde anidan las hormigas
y por eso parecen
tocar solos.
Son tantas que podrían subirlos a los árboles
(pero esto sólo pasa cuando están muy contentas).

Sus vestidos son rojos y entallados
y a pesar de que son más certeras
no podrás verlas nunca
pronosticar el clima en la televisión.

Poemas swinger y otros malentendidos (Bongo Books, 2014)

Otro sueño y otros guantes negros

No es la ruta más corta
entre principio y fin
pero tal vez debieras
respetar
la mala suerte que agujera
los dados
entre ensayo y error.

Ver
como la sombra precavida
de unas alas
esa dificultad de movimiento.

O sospechar siquiera
de que te hayan dado
nada más que una pala (palabras ilegibles)
y la orden de que te defendieras

sin ni siquiera un curso sabatino
o advertencia de que habría mujeres desnudas.

Boa (Mantis Editores, 2009)

Franjas de población sobrante

Decenas de matamoscas aparecen
en una playa
de Alaska. Antes
se le llamaba imagen
a que por un error
se mencionara un sitio que sólo está en los mapas
pero hay muchas versiones
y no
nos abandona
el gusto por mentir. Ofrecemos
trabajo,
sexo indistinto en diferentes áreas,
50 pesos y comida
como esa mujer que ahora recita Yo
soy experta en lenguas y en la foto siguiente
la vemos mientras lame
en blanco y negro.

1331 (Conaculta, 2013)

Jalisco poético: rutas insospechadas

Arroyo en Atemajac de Brizuela, Jalisco. Foto: Miguel Asa
Jalisco poético: rutas insospechadas
La configuración de una población y sus letras

¿Es necesario tener alas para volar?
2002

Escribir y leer. Fotografiar. Bailar. Pedalear. Un país particular. Una voz necesaria. Un Estado. Una historia. Una geografía. Una medida. Una cultura. Muchos climas. Miles de kilómetros en extensión. Gastronomías diversas. Paisajes poéticos. Alrededor de 9 millones de personas. Un ambiente benévolo. Música por doquier. Tacos. Siempre tacos. Diferentes climas. Muchas formas de caminar. Cuatro lagunas. Un lago. Varias carreteras. 125 municipios. Una de las principales ciudades de México. Historia en cada una de sus planicies. Tequila. Caña. Birria. Ritmos de vida. Zapateros. Campesinos. Artistas. Artesanos. Escritores. Músicos. Poetas. Jalisco se llama y de aquí las aventuras siguientes.

Encontrar la poesía de una población no es una misión sencilla. Sin embargo, se explora desde otra perspectiva cuando se busca en persona a la creatividad humana. Así en esto, destinamos diversos viajes por nuestras rutas. Contemplé una suculenta fortaleza por las mañanas. Un té al atardecer y diversas cenas en cada uno de sus pueblos. Construir estos elementos es la búsqueda de las voces que llueven en este territorio del occidente mexicano. Es tiempo de configurar un trabajo dedicado. Encontrar las voces de una manera abierta, cercana, empática y sincera. La poesía como motivo, el viaje como aventura y la comunidad poeta como destino. Así, un ejercicio de recorrer las carreteras que se dirigen hacia las Costas, hacia el Norte, hacia los Altos, hacia la Ribera, hacia el Sur, y todas aquellas menores que se reparten por Jalisco.

Hay que degustar una nieve en Mascota, comer birria en Arandas, sacudir el cuerpo en La Huerta, mover las olas en Cabo Corrientes, pedalear en Tapalpa, coincidir en Autlán de Navarro, tomar una caña en Ameca, caminar con paciencia en Talpa de Allende, contemplar los paisajes serreños en Mezquitic, y, sobre todo, reconocernos en los 125 municipios que son Jalisco. Y en cada rincón que lo compone existe la palabra. De alguna o de otra manera la sustancia que recorre a este estado occidental se encuentra en la diversidad de su población. Con una historia amplia en el sentido cultural, hay una particularidad: hacer la reunión de un puerto en el que las letras jaliscienses se contemplen de otra manera.

Esta oportunidad del tiempo es buscar el café en San Sebastián del Oeste, saborear las naranjas de Atotonilco el Alto, disfrutar de una tostada de Ciudad Guzmán, comer un menudo blanco en El Tuito, disfrutar de una visión desde Ahualulco de Mercado, y de paso, asumir el recuerdo de la naturaleza por Concepción de Buenos Aires y siempre buscar la palabra. En cada paisaje y en cada horizonte siempre, o casi siempre, al andar por tierras jaliscienses existe el posible encuentro de descubrir un contenido poético oculto. La literatura de esta región se ha visto llena de muchos nombres, mujeres y hombres son quienes han forjado de alguna manera sus mentes hacia el constructo social con el fin de proveer un enriquecimiento cultural que nace de la tierra, de los caminos, de los climas, de la flora y la fauna que se vive en cada espacio.

Jalisco en muchos términos, contiene un sinfín de poemas. Contiene historia, creatividad y personajes. Es un Estado en el que se camufla el silencio, el sol, la esperanza, los colores y las mariposas. Sí, todo el mundo tiene sus particularidades, y por eso, esto lo contemplo como un mar de posibilidades disfrutable, aquellos árboles altos y gustosos por la carretera de la costa, o qué decir de los columpios que se reparten en todo los Altos, o de aquella sureña vía que desciende al nivel del mar, o qué pensar de aquella altura en la Sierra de Aquila, y todos los trayectos los conozco en las medidas de sus posibilidades. Algo así como saberse el mapa de la palma de la mano, y es que Jalisco, tiene su templanza y sus horizontes. Tiene un efecto de comisura que deleita el perfil del visitante. En sus rutas encontramos tienditas, mercados y un sinfín de personas que hacen muestra de su creatividad de diferentes maneras. Se trata pues de la diversidad de las voces también.

Y eso no queda ahí. He pedaleado Jalisco de muchas maneras. Me he propuesto récords personales. Así mismo me he construido retos y un espíritu de amor de época por mi región que he contemplado encontrar la poesía en las calles de sus pueblos. Conocer una parte de Jalisco en bicicleta ha sido una experiencia que me ha despertado el interés por algo más allá de sus paisajes, conocer las poéticas que le construyen en la actualidad. El pedalear por las subidas de Atenguillo, o descender desde Sayula, o el disfrutar de las veredas en la zona Valles, así como atender en las subidas de Jalostotitlán, todo, me ha dado la oportunidad de conocer un poco más a detalle sus las posibles perspectivas de lo que es este estado.

De ahí la aventura como agradecimiento a esta región, a su historia y a quienes la han construido desde hace años. Así, tanto la palabra desde las voces jóvenes hasta las de las personas de la tercera edad han discernido una propuesta con variaciones considerables. En Jalisco la poesía se reparte de distintas maneras, y es que su difusión se explaya en proyectos editoriales de diversas magnitudes. Así revistas, breves encuentros, charlas, tertulias, talleres y demás. Pero no todo queda ahí, es necesario comprender que en la poesía jalisciense existen un abismo de personajes que la ejercen, que la viven, que la sienten. Y así, con sus respectivas imágenes, esta aventura se remonta a la cotidianidad, a la experiencia, al sentir de lo que muchas y muchos logran posicionar dentro de sus mundos, las letras.

Hablar de Jalisco en el ámbito poético es hablar de una tierra en constante devenir. Se trata pues de la experiencia de reconocer sus paisajes, sus amores, sus acciones, sus trabajos. Así, el interactuar desde una bicicleta, desde la caminata, desde el raite, queda en la apreciación de sus colores, de sus aromas, de sus posibilidades, de sus armonías, de sus árboles y sus flores. Conocer Jalisco representa una apertura indomable a sus literaturas, a sus contextos y se pueden colectar los nombres y persistir en ello, pero es que no sólo queda esto en ese espacio de la memoria, si no que hierve en su música, en el canto del amor, en el suspiro de la vida, en el suplicio de la muerte, en la ironía del fuego, en las centellas de la pluma, en las figuras multifacéticas, en las artesanías que cantan, en los ríos que bailan, en las cunas, en las mesetas, en los valles, en todo el territorio existe una palabra que configura rutas poéticas. Así la voz del joven de la sierra como la anciana de las estepas.

Hay en Jalisco una pluralidad en sus poéticas que se muestra en sus contextos de una manera agraciada y un tanto espectacular. Y es importante considerar que no todo queda en Guadalajara, la capital, si no que cada región trastoca con versos profundos, dolientes, sarcásticos, a la estabilidad de las emociones y con ello, los pensamientos cambian y se desbordan hacia otro constructo que ha ejercido un abanico de nombres que nos permiten consolidar una perspectiva excitante pues desde mucho tiempo atrás, las letras han permutado el imaginario colectivo del jalisciense. Este producto cultural al que hemos dado vida se trata de una experiencia única, se trata de la comprensión del contexto y de la adaptabilidad de la persona, una reflexión antropológica de la creación literaria que existe bajo distintas posibilidades y agencia como una memoria de esta etapa histórica de nuestra existencia.

Viajar por la poesía de Jalisco es un almacén de secretos, una reunión de bibliotecas que se muestran grandiosas, y sobre todo, las imágenes de generaciones que lo han entregado todo. El cuerpo como el medio, la cámara como un soporte y el encuentro como la evidencia. Así es, observar al nopal como poema y descifrar al maguey como retórica, son tareas que se permite uno al expandir el pensamiento por esta parte del occidente mexicano. Se trata pues de una aventura en tierras de colores, en aires con metáforas silvestres bajo el acompañamiento de sonidos peculiares del viento, de la piedra, de la madera, y así, se nutren las palabras de aquellos que nos evocamos a la justicia de la literatura, y en sí, de la poesía.

Este trabajo no pretende construir un horizonte limitado y espaciado conforme a una estructura similar o particular. Esto es la búsqueda de los espíritus desde la poesía, los papeles oxidados, el paso por la vida, la recuperación temporal de nuestras miradas, el eco de los sabores que nos persisten, la memoria del cotidiano, el sentir de la duermevela, la nostalgia de las dos aguas, la cicatriz de las veredas, el campo modificado, el vuelo de los sueños y muchas cosas más. Se vive la poesía desde otra perspectiva y desde otras posibilidades. Así la selva, la estepa, el bosque, la playa, el valle, todo en Jalisco, amerita una evocación de sus renovaciones literarias. Y es que la comunidad poeta abraza cada espacio bajo sus contemplaciones como bien le venga, y de ello, la arquitectura de sus poéticas como horizontes de nuestros trayectos.

Pretender abrir este Almanaque es construir un mapa desde sus necesidades históricas hasta sus reflexiones intelectuales contemporáneas. La palabra como la medida de un trabajo constante y apreciado. El libro como el medio de lo que sucede y de lo que vive parte de nuestra comunidad. La literatura como una de los oficios que se han desmantelado en la región como una expresión potente, sideral, colectiva y constante. Así Jalisco se ha hilado desde un tejido de muchos colores, en los que se visten los versos de recetas, de horarios, de imágenes, de momentos y de reflexiones, en sí, todo, desde una posibilidad abierta en el presente con base en el trabajo del pasado.

En la poesía de Jalisco encontramos voces tiernas, feroces, volátiles, irónicas, honestas, sensatas, amorosas, eróticas, naturales, tecnológicas, divertidas, circunstanciales y hay un retrato para cada gusto. En la poesía de Jalisco hay tortillas, casitas y haciendas, botellas, palto y cucharas, refrigeradores, flechas, cielos y montañas. En la poesía de Jalisco hay mujeres, hombres, y una serie indomable de géneros humanos que eso es lo que permuta la belleza de su quehacer literario. En la poesía de Jalisco hay luz y oscuridad, hay historia, hay caminos, recuerdos y memorias que se han vuelto un ritmo sinfónico para el comprender del público espectador. En la poesía y en Jalisco, hay posibilidades de la palabra desde hace un poco más de cien años. La poesía en Jalisco ha sido una herramienta que ha permitido una identidad particular del reboso, del caballo, de las caminatas, de los huaraches, de las espinas, de la cocinas de leña y una exploración de imágenes que no se detienen a la medida en que uno prosigue en el trayecto de las poéticas.

Así el viejo como al recuerdo y la joven a la actualidad, así el sentir del baúl como el bit del tocadiscos, no está lejano la siembre de la memoria RAM, no están separados los arbustos del camino empedrado y los cables de la interacción virtual, aquí, hemos contemplado a la diversidad.

En el marco de la riqueza que somos como sociedad, la poesía es una de tantas acciones que se desarrolla como un breve proceso de continuidad. Se trata pues de la posibilidad de soñar un volumen de nuestra labor. En estos 15 años de existencia como Proyecto Ululayu, he escuchado y leído una gran unidad de climas dentro de la poesía jalisciense, porque más allá de ser de México, es la que nos ha visto crecer. Este Almanaque es el producto de ese amor por la emoción de los avistamientos que he logrado comprender en bicicleta. Se trata de una reunión de los proyectos, de las editoriales, de los escenarios, de los espacios, y, sobre todo, de las voces que han determinado la euforia de nuestro quehacer literario.

Jalisco escribe y escribe con destiempo y con paciencia. Jalisco es una premisa de largo alcance y una configuración mexicana de la poesía. Jalisco es el temblor de la luz y la armonía del ladrillo, el río como escondite y la muralla del océano. Jalisco es la evidencia del trabajo escrito y del entretenimiento literario. Jalisco es subida, bajada, espejo, perfume, canto, fogata, reunión, fiesta, sabor, sentimiento, contemplación, frío, tranquilidad, euforia, verde, rojo, tortilla, cantarito, tejas, palma, pino, caña y nopal. Jalisco es una diversidad que se nutre de ferias, fiestas, celebraciones, reconocimientos y sobre velas. Jalisco es la oportunidad del quehacer creativo de nuestra generación por entregar una evidencia de lo que hemos sido. Jalisco es un Almanaque poético que se ha creado desde nuestro pequeño sentir para nuestra comunidad lectora y más allá.

Estas rutas viajeras son nuestra aportación desde lo más sensible de nuestras creaciones. Se trata del trabajo de la palabra y la imagen como un agradecimiento hacia la camaradería humana que nos ha acompañado a lo largo de este trayecto. Se trata del reconocimiento de la historia en la que hemos participado por aquí y por allá con la comunidad, desde nuestra iniciativa y junto a otras más. Este trabajo es la entrega de dos diversiones que nos encontramos en un instante de compañía, celebración y disposición, se trata de una mirada visual y otra textual sobre los imaginarios de las y los poetas, una base de confianza, empatía y consideración.

Este trabajo procede como una colección de emociones y de justicias, como el coro de los sueños, algo así como la melodía celebrativa de nuestra comunidad. Nos damos paso a descubrir casa, objetos y demás. Nos damos la oportunidad de establecer conexiones más allá del espasmo, de la gloria y de ciertas limitaciones sociales. Aquí pensamos desde la palabra con muchos más motivos que los que entregan las jerarquías oficiales. Se viste el sentir y se cobija la reflexión dentro de las experiencias y de las posibilidades que entrega la vida misma. La razón y el disfrute son esa variación de llamarnos jaliscienses para encontrarnos en la reunión de medio día, en el encuentro fortuito, en la vivencia del campo y en el abrazo de la sierra.

Esto no es un trabajo determinante sino nuestro abrazo a lo que amamos y que sentimos, nuestra poesía. Somos Jalisco y somos creadores. Así, en agradecimiento por todos estos años, esta pequeña labor como ofrenda a todas las personas que han sido parte de nuestro recorrido, y por igual, a los que nos han compartido sus conocimientos, sus experiencias, sus investigaciones, sus dedicaciones, sus disponibilidades y sus esfuerzos sobre nuestra literatura. Nosotros somos eso, la actualidad de nuestra época, la memoria contemporánea de nuestro que hacer. Se trata bien de nuestro ejercicio amistoso y empático hacia quienes nos acompañan en cada tertulia y en cada poema. Gracias por llegar aquí. Desde la ruta, las letras son nuestro riesgo.*

Almanaque: la poesía de Jalisco como reto textovisual

Ocaso en la Sierra Madre de Jalisco. Foto: Miguel Asa
Almanaque: la poesía de Jalisco como reto textovisual
Retratos personales y un juego antropológico-literario de la región

Los cerros inclinan la cabeza
y alguien dice en la noche creciente:
“viene la muerte cantando
detrás de la nopalera”.
La luna de noviembre es un gran cráneo
y el país entero llora de risa.
Hugo Gutiérrez Vega

Conocer sobre poesía es un enriquecimiento enorme. Es un abismo al que debemos completar con muchos ecos, de diferentes cualidades, de extrañas dimensiones, de una gran aceleración del viento y todo se frena. Uno piensa que la poesía no tiene cuerpo, pero tiene muchos. Otras veces uno cree que la palabra es y que se desprendió de una comunidad terráquea. Muchas más, abrimos libros, abrazamos a los contextos y a los personajes y todo se vuelve parte de nosotros. Y de alguna forma, de alguna manera, todos nos debemos al otro. Y es que no hay cosa más amistosa que nuestro dulce cisne azul en frente del manglar lila que postra el verso antes de su vuelo. Y lo vemos. Y le somos eco. Y ahí, cada uno espera a su cisne, cada quién persigue a sus letras, antes el eco, otras el ritmo, después la controversia, otras más el amanecer, y siempre, la persona.

Durante más de la mitad de mi vida he escuchado un sinfín de nombres de poetas. Con ello, hasta hace poco, me di la oportunidad de reconocer a las personas que de una u otra forma me han construido en la poética de mi comunidad, esa que corresponde a mi estado, Jalisco, y que con ello, los hilares de sus geografías me han permitido contemplar en nuestro tiempo. Por ello, tenemos gozo, tenemos aún la oportunidad de apreciar, olfatear, sentir y vibrar, a cada una de las voces que nos acompañan en el día a día en las calles de cada población jalisciense.

Las carreteras dimensionan las posibilidades del poema, y también el acercamiento, inquieto y exuberante, a las y los poetas de mi entorno. Hay sabores, muchos aromas, sazones, con calma y destiempo, con nombre y sin él, hay con pócimas mágicas, bajo adivinanzas extremas, mentiras enrolladas y embrollos desdoblados. Y el fin de encontrarnos exquisitos es contemplar un momento sacudir con las palabrerías aquellas evidencias de que estamos en el momento, aquí y ahora, en la observación del movimiento poético de Jalisco. Sé del trabajo que esto implica. Así mismo, reconozco que es una inversión en equipo integrado por colaboradores, compañías diversas y aliados de distintos rubros, y por ello, comenzamos este ejercicio textovisual para dar paso a un Almanaque literario de Jalisco

Durante el silencio mundial me preparé e hice de nuestra guarida una caja de emociones, sentimientos y pensamientos. En cada una de mis líneas he contemplado un factor innovador que me indicó la acción de unir muchas experiencias en vida y las deseo compartir de una u otra manera, por aquí, por allá, y por más allá, todas y cada una de ellas, pues son una forma de contemplar la construcción de las poéticas del Jalisco contemporáneo, moderno, tecnológico e innovador.

Desde el sabor de nuestros viajes hasta el destino toda la comunidad pensamos en esta línea. Pensemos que no tiene una insolencia y todo es un retorno perfecto. Todas las poéticas tienen un rostro antes que una letra. De aquí que manifieste el valor del viaje.

A casi 15 años como proyecto independiente, doy paso a conocer las líneas literarias que surgirán de este viento en nuestro papalote con su estilo propio, muy mexicano y libre. Hoy somos una voz de todos las y los escritores que compartimos y buscamos la libertad del verso, de los poemas, de las y los poetas, de los grupos, pues sí, así como suena, nosotros, en la escritura de toda nuestra comunidad, sin ton ni son, por la libre y sin cuota, sin demos, y todo ello, desde nuestra independencia amigable y social. 

Dentro de esta colección de nombres, están aquellos que de una u otra manera, repercutieron en el instante de Jalisco, por sus obras, sus actos, y sus disposiciones con la sociedad. Hay poesía de todos tipos y, de todas formas, sin embargo, el escrutinio que he aplicado aquí es con un fin racional, objetivo, y meramente comunitario. Aquí no hay piel que cubra la sinceridad de la palabra. Con este Almanaque persigo el sonido de Jalisco desde lo más fiel a sus raíces, tradiciones, movimientos, etnografías, comunidades, poblaciones, naturalezas, innovaciones, retos, movimientos, especulaciones, ideologías y todo aquello que cuestiona nuestra forma humana sin ningún límite más.

En este Almanaque expreso toda una investigación de largo aliento. Esta obra esta dedicada a toda la comunidad que genera poesía desde la palabra sin eco mayor alguno que el de sentir. Gracias a las y los jaliscienses por permitirnos ser parte de la historia con nuestra historia. Aquí un documento que pretende dejar evidencia de lo que fue, es y será la poesía de nuestra época. Después de encontrar una línea editorial a lo largo de dos años, por fin, hoy se concreta la identidad de lo que viene entre un ensayo en prosa con la fotografía documental.

Sea usted parte de este Almanaque que hablará de las voces que han construido el Jalisco de nuestra época, y por igual, y sin mayores pretensiones, de aquellos que han encontrado una nueva casa, un espacio de amor, un sabor potente, una perspectiva divertida en esta geografía. Así pues, comunidad lectora, he creado esto para trabajar, sí, escribir y retratar, desde nuestras posibilidades, a todos estos personajes de nuestro contexto. Comenzaré por nuestra ciudad, para poco a poco, con ayuda del tiempo, tener muchas fichas desde nuestro estudio que hemos querido ver como un juego. 

Este producto cultural es una investigación y se nutre de la imagen y de la palabra, desde mi fotografía antropológica hasta mi la literatura experimental, me aventuré a hacer una emoción de este tamaño con el fin de abrazar en uno o varios volúmenes, el trabajo de quienes construyen la palabra. Solicitó disculpas pues esto es un proyecto de vida y de suma organización. Cada pieza, aunque regional, es la partitura de los nopales, las mesas, los silencios y los barriles que nos integran. Disfruten ustedes del trabajo que hemos estado preparando desde meses atrás como un ejercicio humano, cercano y voraz.

Vamos a ser precisos, gracias por escribir en Jalisco. Hoy nuestro trabajo es obra; ustedes, nuestra profunda inspiración.*