Poesía en un ciclopuerto. Foto: Miguel Asa
Grado 1: la memoria despierta infante
Una bicicleta que tiene como raíz varias cicatrices

Es hora de ver el vuelo de una mosca ebria.
Un punto negro sobre la mesa gualda
y algunos libros que guardan desencuentros,
amores, el olor de las cocinas
y tal vez un biombo del siglo diecisiete.
Norberto de la Torre

Silbé hasta media madrugada. Contemplé la luna en diversas posiciones. Dormitaste, dormiste, te despertaste y volviste al sueño. Te quedaste en el sueño, en el descanso, y las estrellas hablaron con el mar, o eso me dijeron. Ya he preparado la fogata. Hice un pozo en la tierra y agregué maderos para tener café caliente. No sé si es cómodo para ti dormir en sleeping a la intemperie. A mí me funcionó en mi primer recorrido largo. Eran noches de viento y fuertes arenas, pero siempre mi cuerpo dormito como pájaro en el nido. A los originarios de estos lares les gusta un nombre en particular, pero no el que dicen que es. Tienen muchas cosas hermosas. Te voy a contar con calma todo. Hay muchas cosas que preservo en la memoria de mis músculos. Creo que ya está el café. Hay algunas huellas de animales cerca de nosotros. No te preocupes. Vamos a nadar y seguimos. Mira, un cuervo. Amanece y ya hay sorpresas. Quita con calma lo que no te permita despertar. Nade desde temprano. Digo nadar por decir que entro al mar e iracundo me creo sirena. Pero mientras pise la arena, el motivo está bien. Ya te dije que hay muchas cosas. No sé si recordarás todo. Sin embargo, acuño con calma que estas palabras se quedarán en la medida de tu existencia. Ya viste, fue un delfín. Sí, pasan temprano y van en grupos.

Te diré, seguro ya te has preguntado, qué sigue en este cuento. Primero que nada, toma un poco de café. Traje algo de semillas. Más tarde desayunamos. Este despertar me recuerda a muchos que tuve en varias carreteras. El vivir al ritmo de la bicicleta de una forma o de otra, es un complemento que pocos imaginan, y es que las piernas se convierten como en dos mariposas que no van a detener el vuelo. Mira, acá el sol sale muy temprano. Parece que es algo inevitable a lo que sucede en otras regiones. Pero ve. Mira el sol. El color del agua. Hay más café, por cierto. Quiero decirte que hemos hecho este viaje con un fin. No sé si alcance a contarte todo, pero espero logres conocer algo más de esta historia. Quiero que estés bien. El sleeping no es fácil. Pero seguro encontrarás momento. Debes adaptarte a todos los corazones que llegan de una vez por todas y fluir con ellos.

Quisiera decirte que estaremos siempre así, con estas posibilidades. No me gustaría cambiar nada en la historia que te contaré. Debo de ser preciso. Sí, parece que esto es ridículo, el mundo es tan grande y severo y tan bueno. Quiero que te detengas un momento en el día y te preguntes hacia dónde vas y cómo vas. Mira en tu imaginación, no hay otro camino. Sólo contempla y percibe. Espero que una bicicleta esté siempre contigo.

Hace tace tiempo tuve un accidente vial que cambio mi vida. Te diré. Algo que debes considerar es no arrepentirte de tus decisiones. Creo, lo único modesto en este perseguir de agua, es la utilización pacífica de nuestro cuerpo. La violencia es un estigma total en todas las personas, incluso, con nuestros cuerpos. Mira, por decidir algo terminé debajo de un camión. Pero es lo que hay. Un hombre con un brazo armado. Pero eso que ni qué, tengo la capacidad de hacer chilaquiles. La bicicleta es un balance de agua. Es como un volumen regulador que no sabes de qué se trata. Pero te digo. Yo comencé a pedalear a los 5 años. Mi Viejo era el que me empujaba sobre la bicicleta y daba ánimo al avanzar. Creo que tengo la herencia más grande que haya podido y eso lo valoro como no tienes idea. Sí, esas tardes de niño fueron lo que me dieron el sueño de recorrer todo lo posible en bicicleta. Espero un día lograrlo. El silencio de la bicicleta aquella no existía. Siempre andábamos en el momento de la ruta. Recuerdo que eran tardes en que nos íbamos a pedalear al monte. Aquellos momentos fueron muy gratos. Yo quería pedalear no sé qué tanto ni hacia dónde pero este ejercicio de divulgar la poesía y el arte se convirtieron en un motor en automático. Pero créeme, yo sólo quería pedalear, pero se sumaron más cosas en mi camino, y ahora estoy aquí contigo, en dirección a no sé dónde, pero en el intento de que aprecies lo que es esto. Es una oportunidad única. Disfruta.  

Te digo, la Prieta no sabe que estoy escribiendo esto. Le voy a recordar mi tiempo. He logrado tantas cosas inimaginables para mí. Te quiero contar de todo. ¿Será buena que se lo escriba? Ponle más madera. Sí, hay un poco de azúcar en la bolsita derecha. Ahí, detrás de la alforja negra. Sí, con calma. Dale vueltas y vuelve a poner agua. Sí, aún queda un poco. Te digo, la Prieta no sabe que estoy pensando en escribir esto. Quiero que me digas si te parece. Se lo quiero leer. Bien, pero deberé atender con calma. Hay té por igual. Sí, siempre hay un espacio para todo. No te sorprendas. Si sabes acomodar las cositas de un viaje, sabrás organizar los sentimientos en el pensar del corazón. Vamos a hacer cosas. Mira. Te digo. Estoy aún un poco dormido. Pero te cuento. Hace ya tiempo que empecé a pedalear, y de un momento a otro, la bicicleta me llevo a la primaria, luego a la secundaria, luego a la preparatoria y más después a la facultad, y luego, a escribir esta historia. Sí, parece que la bicicleta se adaptó a mi cuerpo como ninguna otra cosa. ¿A poco no me crees? Sí, así fue. Mira, si te digo que todas las cicatrices que tengo en el cuerpo son más caídas que otra cosa. La bicicleta es una gran enseñanza. Con todo amor a lo que sigue. Sí, ponle lo que quieras. Al rato, después de la caminata descansamos. En la taza grande, ahí es posible. Es de acero inoxidable. Sí, es de las que el Viejo me regaló en algún momento para viajar. Cómo ves, que se sentirá la locura de estar presente. Quizás la vida nos dio la oportunidad de sentir y de imaginar de muchas formas.

Pero bien, yo recuerdo que estaba en la preparatoria y jugábamos a ser libres, creí en la filosofía como el espíritu del universo humano y pensaba en la poesía como la herramienta más sensible de mi cosmogonía. Algo así como el tulipán que le entregué a aquella chava en un tiempo de diciembre. Si te dijera lo que es el amor cuando usas falda bajo un sistema en el que no conoces la trayectoria social de los individuos, te dan ganas de vivir con más colores y siempre de la sonrisa juguetona que te recrea. Sí, por aquella época ya había estudiado algo de informática y otras cosas. Nos pusimos serios. Pero es que siempre fue el camino al rancho. Y el viaje siempre persistió en mí. Así comenzó si es lo que me preguntas. Fue con la bicicleta. Los recuerdos más viejos que tengo en mí son arriba de un juguete de dos llantas. No lo sé, debería de recordar las bajaditas. Esas las encontré desde muy niño. En las bajaditas con la Avalancha, aquella tabla con ruedas más efímera que la desgracia mundial, fue un concepto que perseguimos muchos en aquellas épocas. Yo creo que esa fue una de las primeras maquinarías en las que mi cuerpo se modificó. Sí, tuve varias caídas y varías desgracias en esas cosas, pero eran divertidas, las bajaditas eran el premio mayor, y también, las posibles velocidades que alcanzábamos con la mejor de las lomas. Y es que no era sencillo. En ocasiones nos subíamos de dos y era todo un momento agraciado. Sí le dimos tenacidad al divertimento. Fuimos muy luchones para eso. Nos desbordamos un poco por aquí y por allá. Recuerdo que, en Tonalá, por aquellas épocas, teníamos la oportunidad de andar por el campo y los caminos que nos llevaban a más allá, hacia la barranca, y ya eras un explorador, y los días eran divertidos y todos muy juguetones. Pero te digo, la Avalancha fue uno de los primeros vehículos en los que volé. De ahí, vendría aquella bicicleta que el Viejo me regalo en aquel diciembre de inicios de los noventa. Quiero escribir todo esto que te digo porque ya se me han comenzado a ir las fotografías de la memoria. Pero quiero dejarlo todo claro antes de que este cuerpo se comience a modificar más.

Aquella bicicleta fue toda una experiencia. Tenía cinco años, te digo. Mi Viejo me impulsaba, pero más que todo fue un preciso momento de mi infancia en la que me entregué por completo a aquel vehículo. Fue una persecución muy grande. Fue una especie de cosa ponderada por todas las capacidades humanas y todas aquellas fórmulas de magia. Yo volé a los cinco años en bicicleta y fue mi Viejo quien me llevó a recorrer mis propios miedos. De alguna u otra manera. Estoy agradecido con ello, porque, si te dijera otra cosa, te estaría mintiendo y no quiero eso. Las mentiras no sirven, son un espasmo en el que la garantía de tu persona se quiebra. Para aprender a andar en bicicleta debes de permanecer eufórico en todo momento. Saber que la vida es una y ya, no más. Debes saber cómo dar vuelta y cómo anunciar, desde un punto u otro, tu permanencia en el camino. Unos dicen que andar en bicicleta es cualquier cosa. Así conozco muchos en la ciudad, pero no te dejes llevar. Muchos de ellos apenas si saben andar, y si se atrevieron, lo hicieron sin una causa natural. Pero debemos de ser abiertos y brindar una oportunidad. Pero eso sí, ve con cautela, que por más que se presuma a la bicicleta como bandera, no todas las personas que se bañan de ello son parte de su movimiento, pues como en todo, existe la falacia y la sin razón.

Pero mira. Ya llegaste aquí. Andar en bicicleta es una cosa que respira y sucede, que es y toma frecuencia. Que aplica y sigue desde la fortuna de compartirse. Que persiste en la memoria. Pedalear es aquello que te permite entregarte a ti mismo, entrar en el silencio, en el eco del piano. Pedalear en una bitácora de espíritus profundos, la acción en la que puedes reconocer a todas las imposibilidades del sueño. Pero estamos vivos y debes conocer que pedalear es el verbo que nos entrega una especie de sustancia que pocas personas comprendemos. Estamos pues en un momento único con nosotros mismos. No temas por ti, escribe, mira, lleva. Observar es una cosa muy importante. Mira todo lo que existe a tu alrededor y no te olvides de frenar con cautela. Así es posible andar. Sí, te digo, la bicicleta para mí es una entrega de sueño, ha sido lo que me ha llevado lejos y más allá de la inspiración, la bicicleta fue por principio una magia enorme en lo que sucede como sigue. La máquina se ha construido a lado de mi cuerpo como una evidencia de mi retórica y mi diversión placentera. Sí, todo tiene de hermoso el vivir y el exagerar, así que bien. Eso, por una parte, es la bicicleta.

Pero si ya te conté qué existe en todo ello, y por lo menos un poco, ahora bríndate la oportunidad de llegar más allá. Es posible que interpretes lo que desees, no menosprecies lo que tienes y engulle todo el té con calma. No llevamos prisa. Siempre eso, la prisa no existe, lo que hagas siempre hazlo con la menor presión y no dejes que el sistema social te arranque el enojo de tu cuerpo, esa es energía que se entrega de manera gratuita y ya no vuelve. Debes comenzar con la serenidad. La bicicleta es una máquina en la viene, te viste, pinta y calza. Debemos entregar una memoria de horizonte para seguir con ese ritmo. Vamos a pedalear, es lo que necesitamos con la constante que portamos. Hazlo con ese sentimiento de alegría. Con el fervor que puedes entonar de momento. No importa el desánimo. Es una locura todo lo que puedes ver arriba de una bicicleta. Por principio, aprendes del fervor de una valerosa y estruendosa máquina, y al final de cuentas, se viste y resopla en la cautela de los días.

Así empezó todo, si un día te lo preguntas. Fue con la sangre en las rodillas y en las manos, porque la bicicleta se quedó sin tiempo ni fuerza, pero sí en la esperanza del anuncio. Me fui de lleno durante muchas épocas, jugábamos siguilis por las calles del barrio. Nos metíamos entre el bosque de las orillas del pueblo, nos confiamos muchas rutas que ha desvelo nos permitían seguir en el camino. Primero uno, luego otro y así nos íbamos. Hacíamos ruta como salvajes capitanes de lucha en el espacio. Cada uno en un caballo virtual y en una imagen enorme. No la apagues. Quiero cocinar algo. De repente recordé que todos éramos unos escuincles de medio vuelo. No teníamos la cordura para confrontar a todos nuestros enemigos, pero sí a los propios, a los nuestros, a lo que nos calza en dos segundos. Decidí nacer en una parte hacia los sentimientos de los libros porque sabía que ibas a llegar pronto. Pero mira, hoy la bicicleta está ahí. Cómo ves. Es una especie de animal salvaje y fiel a tu destino. La bicicleta es una herramienta que nos permite reconocer la potencia de nuestros corazones, la paciencia de estar aquí a tu lado se debe a eso.

Si supieras cuántos kilómetros me permití pedalear antes de contarte todo esto. Es toda una aventura lo que sigue. Apenas vamos comenzando. Ya viste, ahí viene el sol. Ten lindo día y no te lastimes en saberte una persona aventurera. Quisiera decirte que para estar acá he llorado muchas veces. Pero en todo el camino, siempre se ha aparecido una mariposa, y cuando pasa eso al lado de la bicicleta, me contemplo desde mi propia soledad y agradezco.

Sólo para que te enteres, ya he llegado a la veintena de años como una persona creativa, o eso dicen las voces de buen agüero. Y bueno, parte de ello ha sido formular a mi persona entre los pedales, los libros y las cámaras. Porque si supieras, siempre hice eso, pedalear fue la primaria, fotografiar la secundaria y leer la preparatoria. Así que por etapas me di tiempo de crear de una u otra manera, ya te lo dije, esto es de una oportunidad única. Tienes que voltear hacia los rincones de las posibilidades. Es la bicicleta una herramienta que tuve que dominar primero antes de dominar al resto. Tuve que aprenderme los grados, los sentidos y los recursos de cada una de las partes de mi cuerpo, pero comencé por los músculos hasta llegar a mi cerebro. Durante esa época perdí la visibilidad completa de mi ojo izquierdo. Te darás cuenta de que es un milagro que pueda viajar en bicicleta.

Después de comenzar a pedalear, al par de años, en la escuela, en mero jugueteo primario, en la niñez, con la inocencia y bajo el poco tiempo de saber de los peligros, corrí el riesgo de casi perder mi ojo. Un compañero sin mayor responsabilidad en el juego me lastimó. El cuerpo de un lápiz se proyectó desde su mano hacia mi mirada. De ahí, no supe qué hacer. En aquel momento, bien recuerdo, era una mañana cualquiera. No me dolió nada. No paso nada. No dije nada. El temor de no saber qué pasaba me contrajo en las sustancias. La profesora de aquel momento no hizo nada tampoco. Y a todos estos años, me he perdido en muchas lágrimas incompletas, en paisajes desenfocados y otras cuestiones más. Pero soy afortunado. En aquel momento, a los días, notifiqué de mi situación y mira, hemos llegado aquí. Perdí la nitidez en mi ojo, perdí una parte de mí desde temprana edad. No sé qué es estar completo y ni lo sabré. Poco a poco, con el tiempo, me di cuenta de que comencé a apagarme desde infante. Pero esas son aventuras que uno decide. Pero nada de ello impidió que un buen equipo de médicos hiciera todo lo posible por recuperarme. La última imagen que tengo de aquella vez fue cuando, en el quirófano, bajó el sentimiento de una lágrima en un sueño mediático que poco a poco me otorgó la anestesia. Después, todo surgió bajo un parche blanco.

Pero aquello, no impidió celebrar mi cumpleaños número siete. De ahí, todo fue diferente. Lentes, médicos, cuerpos, medios sueños, bromas en la familia, muchas cosas que no sabría que iban a pasar. Sí, no paso a mayores. Todo se resolvió de manera muy tranquila, o eso recuerdo, pero en sí, nada volvió a ser igual para mí, ni para mi bicicleta, ni para todo lo que apenas, a mi corta edad, había aprendido.

Pero lo excelente de estar aquí, es la fortaleza con la que uno se arma en un pie tras el otro mientras dan vueltas en el centro de la bicicleta. Todo fluye, todo es, todo se crea, y todo sucede. Quisiera que ningún accidente hubiese ocurrido, pero es necesario confrontar lo que es con lo que se tiene. Sabrás, hay tantas personas en el mundo que no todas gozan de lo que se dice ser el humano modelo. Intenta ser tú. Encontrarás en el pedaleo una estela hermosa. Una suculenta rabia para aflojar todos los huesos será lo que prevalecerá en el camino. Pedalea. No importa el talento si no la persistencia. Dale. Ama. Pedalea. Y así, repite cuantas veces creas, pero una vez abajo, vuelve a subir. Y así, el ciclo no se detiene, si no que se queda en la duermevela del instante y persiste.

La bicicleta es una medicina que no todos quieren probar por su cualidad de ser auténtica. Se parte de la bicicleta como si fueras un huracán con el mar. Así, el talento no se pierde. Pero siempre, con toda la encomienda que precisa tu tranquilidad, ten paciencia. La bicicleta es persistencia. Es alcance, un reloj de muchos tiempos. Se abren heridas a cada rato, pero ninguna podrá molestar si te enfocas en el trayecto. Te lo digo por experiencia. Sí, no importa que quede a medio fuego. Es temprano para nadar y disfrutar antes de la merienda. Te dije. No hace frío. ¿Tuviste frío? Usa calcetines. Date tiempo. Es sencillo, pero tomará su tiempo ser parte del viaje. Sí, traje madera de alrededor, lo que pude encontrar. Sí nos alcanza. La bicicleta es como el fuego. ¿Por qué? Ya te diré pronto, de momento, con calma, voy por un poema. Deja lo persigo. Sí, pero no lo avientes lejos. Sí, hay más café y galletitas y poemas. Y la bicicleta, ya vi, amaneció ponchada. Te toca repararla. Ya vuelvo.*